Un ataúd desde Honk Kong by James Hadley Chase

Un ataúd desde Honk Kong by James Hadley Chase

autor:James Hadley Chase
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Policial, Novela
publicado: 1964-12-31T23:00:00+00:00


4

SENTÍ QUE ERA el momento de gastar algo del dinero del viejo Jefferson. Estaba seguro de que si se le persuadía con dinero el viejo recepcionista podría decirme algo más de lo que le dijo a MacPherson.

En cuanto estuve seguro de que MacPherson se había ido, volví hasta donde estaba sentado el viejo. Me miró en forma sospechosa, pero cuando le hice señas mostrándole el teléfono, se inclinó en un permiso de mala gana.

Llamé al número de Won Hop Ho. Contestó al momento como si hubiera estado sentado al lado del teléfono esperando mi llamado.

—¿Se acuerda de mi? —le pregunté—. Usted me dio su tarjeta en el aeropuerto.

Necesito un intérprete.

—Me proporcionará un gran placer, señor —dijo.

—¿Puede encontrarse conmigo dentro de media hora en la puerta del Banco de Shanghái y Hong Kong?

Me contestó que estaría allí encantado.

—Necesitaría un coche.

Dijo que sería un placer solucionarme cualquier cosa. Estaba enteramente a mi disposición. Sonaba como si Mr. Wong Hop Ho no tuviera negocios demasiado urgentes.

Le agradecí y colgué. Luego haciéndole una reverencia al recepcionista que la retribuyó con otra, salí del hotel y tomé un taxi hasta el Banco.

Cambié por efectivo algunos de los cheques de viajero que me había proporcionado Janet West y con el bolsillo posterior repleto de dólares de Hong Kong esperé en la vereda que apareciera Wong Hop Ho.

Llegó unos minutos después manejando un Packard flamante. Nos dimos la mano y me presenté. Me contestó que se sentiría feliz si yo lo llamara Wong. Todos sus clientes americanos lo llamaban así y consideraría una honra que yo también lo hiciera.

Me senté a su lado en el coche.

—Bueno, volvamos a mi hotel —dije—. Quiero que el recepcionista me dé algunas informaciones y no habla inglés —como parecía un tanto sorprendido, continué—, soy investigador privado y estoy trabajando en un caso.

Me ofreció el espectáculo de sus dientes de oro en una sonrisa encantadora.

—Leo muchas novelas de detectives —comentó—. Es un placer conocer a un detective verdadero, señor.

Saqué algunos de los dólares y le ofrecí cincuenta.

—¿Es suficiente para sus honorarios de un día más o menos? —pregunté—. Es probable que lo necesite de vez en cuando.

Dijo que era suficiente, pero que el coche debía ser considerado aparte. Como gastaba del dinero de Jefferson, le dije que estaba bien. Era indudable que habría podido regatear, pero quería su cooperación completa y sentí que quizás no la obtendría si le regateaba.

Nos detuvimos frente al hotel, dejando el coche en la ribera cruzamos la calle y subimos las escaleras hasta llegar al hall del hotel.

—Este no es un buen hotel —dijo Wong mientras subíamos—. No le aconsejaría que se quedara aquí, señor. Si lo desea le puedo conseguir una linda habitación en un hotel distinguido.

—Dejémoslo por el momento —le contesté— Ahora esto es asunto de trabajo.

Llegamos frente al viejo recepcionista que me hizo una reverencia y se quedó mirando fijo a Wong quien también lo miró fijo.

—Dígale que quiero hacerle algunas preguntas —le manifesté a Wong—. Le pagaré si puede serme útil. Insinúelo de



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